EL MANICOMIO
Han pasado décadas desde que el hospital psiquiátrico de Sibaté, Cundinamarca, dejó de funcionar; pero en la memoria colectiva y en la historia del departamento aún permanece intacto. Ni el tiempo, ni los “espíritus” que dicen habitar allí olvidan lo que sucedió dentro de esas paredes.

Créditos de la imagen: Pulzo
La historia inicia el 10 de agosto de 1937, cuando se inaugura el hospital neuropsiquiátrico Julio Manrique de la Beneficencia de Cundinamarca, más conocido como el “Manicomio de Sibaté”, uno de los más terroríficos de todo el país. En cada pabellón existían diferentes tipos de pacientes, desde las mentes más extrañas y lastimadas de la región, pacientes con esquizofrenia, bipolaridad, adictos, paranoicos; hasta cualquier persona señalada de tener un desequilibrio mental o ser tildado como “loco”.
Durante los primeros años el lugar era reconocido por utilizar un modelo de tratamiento innovador y humanitario con los pacientes que estaban internados allí. Sin embargo, esta fama duró poco, con el paso del tiempo, las reglas del Manicomio se volvieron tan extremas que llegaron hasta el punto de normalizar abusos y maltratos por parte del personal administrativo y médico. De hecho, se dice que las prácticas del hospital buscaban imitar la famosa obra de Foucault “Historia de la locura”, en la cual se expone el proceso de transformación del “loco” en un fenómeno social que va dejando de existir, perdiendo así su humanidad.
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Créditos de las imágenes: Universidad Nacional de Colombia.
A pesar de este panorama, el hospital psiquiátrico seguía llenando cada vez más cuartos con pacientes. Para 1960 alcanzaron su capacidad máxima de internos, según las historias clínicas recopiladas, la clínica llegó a tener 36.000 pacientes. Este hacinamiento no solo empeoró las condiciones de vida; sino que también llevó a un déficit de recursos para la manutención y el tratamiento de los enfermos causándole la muerte a muchos. En 1995 y tras cientos de ojos vigilando los derechos humanos de los internos, el Manicomio fue cerrado por las autoridades, trasladando a los enfermos a otros centros de tratamiento mental.
Han pasado 28 años y el Manicomio, ahora abandonado, se preserva como un recordatorio de las injusticias que ocurrieron allí, y como, un atractivo para muchos que llegan a Sibaté en busca de historias oscuras. El lugar no solo ha sido inspeccionado por organismos legales como la Contraloría, sino también por amantes del misterio que pretenden encontrar presencias paranormales, pues, se dice que al interior de este hospital psiquiátrico continúan viviendo el alma de muchos internos. El ambiente aumenta esta idea, ya que al interior permanecen camas, sillas de ruedas, equipos médicos y un cimiento cada vez más deteriorado que hace ver al lugar extremadamente tenebroso.
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Actualmente, ingresar al Manicomio no es nada fácil. Es necesario contar con el permiso de la alcaldía en el que se demuestre cuál es el interés en el lugar. Pese a ello, desde afuera se logra sentir como la energía cambia. Incluso, conocer historias que tuvieran como escenario el manicomio es una verdadera labor de investigación periodista, que no solo requiere de valentía, sino de fuentes que estén realmente dispuestos a dar eco a lo sucedido. Los Sibateños del presente, quieren que su departamento sea recordado como algo más que el "pueblo de los locos" y, a pesar de que no borran su historia, en las calles poco se habla de los pacientes que estuvieron allí, prefieren comentar el trabajo cultural, regional y gastronómico que se está impulsando.




